lunes, 18 de abril de 2011

La Guerra Espiritual


 Hace varios años, un amigo mío regaló el gato de sus hijos. “Dios me dijo que el gato tenía un espíritu enviado a destruir a nuestra familia”, explicó. Lo que yo no entendí es por qué si el gato era tan peligroso, mi amigo lo regaló a otra familia indefensa. Mi amigo estaba simplemente modelando lo que había visto, o sea, una carencia de claridad teológica y pensamiento crítico en la iglesia de hoy.
A pesar de la amonestación bíblica de no ir más allá de lo que está escrito (1 Corintios 4:6), se ha predicado y escrito tanto acerca de la guerra espiritual, que muchos cristianos han sido desviados de lo que la Biblia dice realmente. Son muy populares las prácticas y teorías sobre maldiciones generacionales, nombrar y ubicar, atar y desatar, y reprender a Satanás, pero no tienen suficiente base bíblica. ¿Qué dice la Biblia?
Maldiciones generacionales
Esta teoría está basada en una frase en los diez mandamientos: “Cuando los padres son malvados y me odian, yo castigo a sus hijos hasta la tercera y cuarta generación” (Éxodo 20:5). Los que proponen esta teoría dicen que la razón por la que los hijos de alcohólicos, por ejemplo, tienden a convertirse en alcohólicos, es por esta maldición generacional. La idea de que Dios puede trasladar el castigo como si fuera un rasgo genético, no sólo es no placentera, sino que también contradice las Escrituras. Dios dice claramente que cada uno de nosotros es responsable por sus propios pecados o acciones correctas. (Jeremías 31:30-31; Ezequiel 18:1-22).
En los días de Moisés, eran comunes las familias extendidas y numerosas. La frase “tercera y cuarta generación” se refiere a todas las generaciones viviendo en la misma casa, todos ellos pueden sufrir si la cabeza de la familia peca. (Josué 7:1-25). Para bien o para mal, los niños tienen a imitar lo que ven. Los niños cuyos padres practican pecados destructivos, muchas veces caen en los mismos pecados. Es un ciclo terrible, y deberíamos tratar de ayudar a estas personas a romperlo sin darles una carga extra (o una excusa conveniente) con una maldición no existente. (Ezequiel 18:14-17).
Nombrar y Ubicar
La idea es que las áreas geográficas tienen “espíritus territoriales” que las gobiernan y los cristianos tendremos poco éxito en el ministerio a menos que los identifiquemos, muchas veces por nombre. El escritor C. Peter Wagner, cita pasajes tales como Lucas 8:30, en el cual Jesús obliga a Legión, una horda de demonios en posesión de un hombre, a dar su nombre. Esta es evidencia, dice él, de que “nombrar y ubicar los poderes” es necesario para tener la victoria, incitando a sus seguidores a buscar las características, territorios y nombres de los malos espíritus. (Warfare prayer [Oración de guerra] pag. 87-103, 143-160).
Jesús, sin embargo, identificó a los demonios por nombre solamente al tratar con Legión, indicando que el significado era su autoridad sobre una gran cantidad de demonios. Y en ninguna otra parte de la Biblia vemos que los creyentes inicien su ministerio buscando los demonios en determinada área. Los nombres de los demonios son inconsecuentes. En todos los otros casos de liberación mencionados en la Biblia, el nombre del demonio no se menciona.
Si a usted le gusta frustrarse, trate de desarrollar una receta bíblica para sacar demonios. Más de 40 pasajes en el Nuevo Testamento mencionan a Jesús o sus seguidores sacando demonios, de esos, sólo cinco incidentes dan detalles. (Mateo 8:28-33; Mateo 15:22-28; Marcos 1:23-26; Marcos 9:17-26: Hechos 16:16-18) Jesús obligó a los demonios a dar su nombre en una sola ocasión y muchas otras veces les prohibió hablar. Él sacó demonios “con una palabra” sólo declarando que se habían ido, aún sin ver a la víctima, reprendiéndolos u ordenándoles salir. (Marcos 1:34; Lucas 4:41; Mateo 8:16; Marcos 7:29; Mateo 15:28, 17:18; Lucas 4:35).
La Biblia deja claro que sacar demonios depende de la autoridad de Dios, no de un método en particular. (Marcos 3:14-15; Lucas 9:1; Hechos 19:13-16).
Atar y desatar
“Les aseguro que todo lo que ustedes aten en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desaten en la tierra quedará desatado en el cielo” (Mateo 18:18; 16:19). ¿Están hablando estos versículos sobre cómo tratar con los malos espíritus? Los eruditos no siempre se ponen de acuerdo en qué quiso decir Jesús precisamente, pero las dos principales interpretaciones tienen poco que ver con la guerra espiritual.
Algunos dicen que Jesús le dio a la iglesia las llaves de la salvación, esto es, el evangelio, y así la responsabilidad de reprender el pecado y proclamar el perdón. Otros dicen que Jesús les dio a los discípulos la responsabilidad de llevar el evangelio tanto a judíos como a gentiles y que esto les dio el privilegio de desatar el reino de los cielos en la tierra.
Los eruditos están de acuerdo en un punto: este atar y desatar está dirigido a las personas, no a los demonios. Note que aunque Jesús le dio a su iglesia las llaves del reino de los cielos, sólo Él tiene las llaves del infierno (Apocalipsis 1:18). Me parece que las llaves del infierno tienen más autoridad sobre Satanás que las llaves del Reino de los cielos.
Dejando a un lado los puntos finos de la teología, yo siempre he quedado un poco confundido con todo este proceso de atar demonios. Cuando Satanás es atado en Apocalipsis, permanece atado hasta que es liberado (Apocalipsis 20:1-3). Si nosotros estamos atando al diablo y sus ángeles semana tras semana en la iglesia y en servicios de oración, o no lo estamos haciendo bien, o alguien lo está desatando a nuestras espaldas, o estamos gastando nuestro tiempo tratando de hacer algo que Dios no nos ha dicho ni nos dio la autoridad para hacerlo.
Reprender al diablo.
¿Es una táctica legítima para los cristianos el reprender al diablo? Difícilmente, “Ni siquiera el arcángel Miguel, cuando argumentaba con el diablo disputándole el cuerpo de Moisés, se atrevió a pronunciar contra él un juicio de maldición, sino que dijo: ¡Que el Señor te reprenda! (Judas 9).
Jesús pudo haber reprendido a los demonios, pero si Miguel, ¡el arcángel Miguel! Sólo se atrevió a orar que Dios mismo reprendiera a Satanás, ¿Qué nos da a nosotros la audacia para hablar tan descuidadamente sobre los seres celestiales (Judas 8)? La Biblia nos dice que debemos resistir al diablo, no reprenderlo (Santiago 4:7).
El mínimo común denominador
Aquí solo he mencionado lo más común. Están también los que enseñan que vomitar es una parte necesaria en una liberación. Que Satanás es mujer y que nunca lo venceremos hasta que esto sea ampliamente conocido. Que Colonia, Alemania, es una “puerta del infierno” responsable de más derramamiento de sangre y herejías que cualquier otro lugar en la historia. Y que los demonios se pueden “pegar” a objetos inanimados para introducirse en los hogares cristianos.
La mayoría de eruditos están de acuerdo en que el exorcismo no es diferente a la magia, porque trata de usar ciertos objetos o palabras para manipular demonios, cuando en realidad, la verdadera liberación puede realizarse solamente con la autoridad de Dios por un cristiano con una buena relación con Cristo. El método es irrelevante.
“En ninguna parte de la Biblia vemos a los cristianos usando objetos sagrados, agua bendita, cruces de madera u otras baratijas para combatir al diablo o a los demonios. En la Biblia, los demonios simplemente son sacados por el poder de Dios basado en el triunfo de Cristo.
La guerra real
Como los fariseos, los predicadores de guerra espiritual han tomado algo simple y lo han hecho innecesariamente complicado. Si la guerra espiritual no es nada de lo descrito anteriormente, ¿Qué es? El cristiano lucha con Satanás llevando una vida personal santa en fidelidad a Dios. Puede ser que la santidad y la obediencia no sean tan espectaculares como atar y desatar, reprender o vomitar, pero Dios no necesita espectáculos. Yo prefiero lo que funciona y no lo que es espectacular.
Escrito por Greg Hartman.


Hit Counter

No hay comentarios:

Publicar un comentario