jueves, 22 de julio de 2010

Amistad con Dios

Siempre el hombre, a través de los tiempos, desde su infancia hasta la vejez, ha procurado tener amigos. Dios ha creado al hombre de tal manera que no puede estar solo; lo dice en Génesis 2:18 “no es bueno que el hombre esté solo” dando entender así, que fue creado para vivir y compartir con sus semejantes, sus inquietudes, necesidades y por qué no, también sus virtudes.
En esta necesidad, de querer exteriorizar sus sentimientos y compartirlos busca simpatizar con alguien y es aquí cuando nace lo que nosotros conocemos como: “Amistad”.
La amistad es la afinidad o parecido o semejanza en la manera de pensar o actuar entre dos o más personas en forma íntima, debiéndose unos a otros fidelidad aún en los momentos de la vida.
A través de la historia se han formado diversos grupos sociales con motivo de la amistad dándole diferentes nombres a dichas instituciones.
Pero, ¿Cómo poder buscar un amigo o amiga, que reúna los requisitos de acuerdo a nuestros ideales? Que pueda ser nuestro confidente, nos acepte como somos, con las virtudes o defectos que poseemos y nos respete con sinceridad y cuando necesitemos su apoyo, su ayuda, su consejo, moral o espiritual, esté atento a brindarnos su comprensión tendiéndonos su mano amorosa para sacarnos del momento difícil que estemos pasando. Todo esto desinteresadamente, no esperando retribución de parte nuestra. Por supuesto, que esta misma actitud deberá ser recíproca, o sea, daremos el mismo paso que deseamos den por nosotros; porque este es nuestro ideal de amistad deseada.
Dentro de la vida hay amistades ocasionales o transitorias. En la niñez, tenemos amistad con algunos compañeros de colegio, o algún vecino de barrio. Lo mismo sucede en nuestros lugares de trabajo, también en nuestras relaciones sociales se produce amistad por causa de nuestra actividad; esta amistad está relacionada sólo a nuestras funciones que vamos desempeñando. En todos estos casos no podemos llamar amistad a este tipo de relación, sino conocer a tal o cual persona; podemos saber como piensa, o como reacciona en un momento determinado, pero, tenerlo como amigo, de acuerdo a nuestro ideal antes dicho, no nos sirve, porque si en algún momento nos equivocamos, o tenemos una falta grave en nuestras funciones, se encargará de mofarse y además divulgarla para ridiculizarnos. La Biblia habla al respecto cuando nos dice: “Maldito el varón que confía en el hombre…” (Jeremías 17:5).
También hay amistades, por conveniencia, ya sea que se acercan y procuran nuestra amistad, para obtener algún beneficio de parte nuestra o también que nosotros procuremos hacernos amigo de tal o cual persona, de influencia dentro de la sociedad, para así poder lograr algún objetivo prefijado. Hay un adagio en relación con esto último que dice: “El que a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija”. Esto tampoco es amistad, es ser oportunista.
Como podemos ver hay que tener mucho cuidado para elegir un buen amigo.
 Ahora bien, ¿Qué haremos para tener un amigo fiel y verdadero, que jamás nos defraude?. Querido lector de “En El Camino de Luz”, nosotros queremos guiarte para que tengas un amigo fiel y verdadero, y que está deseando tu amistad; para ello te invitaremos a leer algunos pensamientos registrados en las Escrituras Santas.
Jesús el Señor de nuestras almas, nos dice: “Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando” (San Juan 15:14) ¿Y qué nos manda este Todopoderoso amigo?. Que guardemos su palabra, o dicho de otra manera, que cuidemos de poner en práctica sus enseñanzas, como demostración de que queremos conservar su amistad, y como resultado tendremos eternidad en los cielos con él. ¿Porque a dónde podríamos encontrar amistad en palabras tan profundas que se tallan en el alma de la criatura que las lea o que las oye?. Como sucedió con Pedro cuando respondió a su Maestro Jesús: “A quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna” (San Juan 6:68). Sigamos viendo al extremo que llega el amor de este amigo de nuestras almas. “Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos”(San Juan 15:13).
Como habíamos visto anteriormente, cual era el ideal de amigo que queríamos tener, lo encontramos aquí en el Hijo de Dios, Jesucristo. Pero, cuidado con lo que nos dice otro pensamiento escrito por el rey Salomón: “El hombre que tiene amigos, ha de mostrarse amigo; y amigo hay mas unido que un hermano” (Proverbios 18:24).
Querido lector, ¿Queréis tener como amigo a Jesús tu Salvador?. Pues, adelante, muéstrate amigo con él. ¡Que orgullo más grande puede alcanzar el hombre al ser llamado amigo de Dios! ¡Que tremenda influencia tenemos en los cielos! ¡Dios es nuestro amigo!.
Dios habla de Abraham así: “ Pero tú, Israel, siervo mío eres; tú, Jacob, a quien yo escogí, descendencia de Abraham mi amigo” (Isaías 41:8). Lo mismo quiere hacer con nosotros hoy, Jesús “… Pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os la he dado a conocer” (San Juan 15:15). Detengámonos por un momento a pensar en esto, Jesús el Señor nos ha elegido como amigo, antes que nosotros le buscáramos. Además, nos ha dado a conocer parte de lo secreto de Dios. Misterios que fueron escondidos de los hombres sabios y entendidos (San Lucas 10:21). La sabiduría no de este mundo, sino la que viene de Dios. ¡Qué confiado es Jesús en nosotros!
Podemos nosotros también confiarnos de la misma manera en él; nuestros secretos, nuestras angustias, nuestros deseos, etc, con la seguridad plena que jamás seremos defraudados por él. ¿ Y nosotros seremos fiel a esta amistad ofrecida?
Dios, dijo de Abraham: mi amigo. ¿Y de nosotros, como dirá?. Procuremos, con su ayuda a mantener viva esta amistad con Dios siempre. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario