miércoles, 21 de julio de 2010

Por Su Llaga Somos Curados

¿Tú crees que Dios quiere curar el cáncer, ataques al corazón, diabetes, artritis? ¿Es la voluntad de Dios curar el cuerpo físico, o es algo que desapareció con la Iglesia primitiva?
Yo creo que es la perfecta voluntad de Dios curar el espíritu, el alma y el cuerpo. Quiero hablarte acerca de la manera en que tú puedes ser sanado de acuerdo a la voluntad de Dios. Voy a orar contigo, para que el Señor de los Cielos extienda Su mano y te sane, o a tu ser querido.
Déjame comenzar con la pregunta qué es más común entre el gente: ¿Es verdaderamente la voluntad de Dios sanar? He estado en muchas reuniones donde se ha orado de esta manera: “Oh Dios, te suplico que sanes a mi amigo que está padeciendo de cáncer, si es Tu voluntad.” Otras veces ellos oran de la siguiente manera: “Oh Dios, mi amigo está postrado en un hospital, padeciendo de ataques al corazón, sánalo si es Tu voluntad.”
Creo que esta clase de oración no hace ningún bien, porque es una oración hecha totalmente sin fe, y Dios desea escuchar la oración de fe.
Tú te preguntarás: ¿No es esa la manera como debemos orar a Dios, si es Tu voluntad? Si nosotros no sabemos cuál es la voluntad de Él, entonces sí, debemos orar de esa manera. Ninguno de nosotros debemos demandar cosas de Dios. Nadie debe venir ante la presencia de Dios e insistir en que El haga determinada cosa si no estamos seguros de que es la voluntad de Dios.
¿Cuál es la voluntad de Dios en cuanto a la salud física? El Señor Jesucristo nos dio una oración modelo y como tal debemos nosotros orar: Padre nuestro, que estás en los Cielos, santificado sea Tu nombre. Venga a nosotros Tu Reino Hágase Tu voluntad, como en el Cielo, así también en la tierra.
Contemplemos los cielos por un momento. Por lo que hemos aprendido de la Biblia, el cielo es un lugar de eterno gozo y eterna felicidad; un lugar donde no existen penas, muerte, lágrimas o enfermedad. Es un lugar donde el espíritu de los redimidos está lleno de gozo y alabanza, viviendo en la Santa presencia de Dios.
Es un lugar de tanta prosperidad y riqueza, que los metales preciosos de la tierra son usados para pavimentar las calles. El Cielo va más allá de cualquier límite de nuestra imaginación.
… Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman. (1 Cor. 2:9)
¿Puedes imaginarte en el cielo lleno de muletas, sillas de ruedas, lleno de ciegos y cojos? ¿O hombres y mujeres con sus manos torcidas por los estragos que hace la artritis, o sus cuerpos carcomidos por el cáncer desolador? ¿Puedes imaginarte un cielo como es? Por supuesto que no.
¿Por qué piensas que es la voluntad de Dios para nosotros vivir de esta manera? Yo creo que es la perfecta voluntad de Dios nuestro Padre que está en los cielos, que nosotros sus hijos vivamos una vida de prosperidad y gocemos de buena salud, igual como nuestra alma prospera. Dios se goza en la prosperidad de sus criaturas.
Si Dios es un Dios de misericordia, obligatoriamente tengo que creer que El tiene más misericordia que cualquier padre humano. Me resulta muy difícil creer que un padre terrenal se gozaría viendo a su hijo paralítico, mutilado, cojo o enfermo. Y no puedo concebir que sea la voluntad de Dios que los seres humanos estén enfermos y dolientes.
La Biblia nos dice que Jesucristo pasó por toda la tierra de Israel sanando a los oprimidos por el diablo. Tan así es que, si tú echas un vistazo cuidadoso a través de la vida de Jesucristo quien fue representante perfecto de Dios en la tierra, no encontrarás ni un solo ejemplo donde haya rechazado a alguien que vino a El en busca de sanidad física.
No puedo ni siquiera recordar una oración en la cual Jesús le haya dicho al Padre: Padre, sana a este, si es Tu voluntad.
Una vez vino un leproso a El y le dijo: Señor si Tú quieres, puedes limpiarme. Jesús extendiendo Su mano de compasión, le tocó y le dijo: “…quiero, sé limpio” (Mateo 8:3).
Leemos en el evangelio de San Marcos…cuando llegó la noche, luego que el sol se puso, le trajeron todos los que tenían enfermedades, y los endemoniados; y Cristo sanó a muchos que estaban enfermos de diversas enfermedades, y echó fuera muchos demonios; y no dejaba hablar a los demonios, porque le conocían. (Marcos 1:32-34)
No sé de ningún momento en que Jesucristo haya fallado en sanar a un enfermo ¿No era El la perfecta voluntad de Dios? Claro que sí, lo era. ¿El pecó? Nunca lo hizo. ¿El siempre escuchó la voz del Padre? Claro que sí. ¿Caminó El dentro de la voluntad de Dios? Ciertamente que sí. ¿Es la voluntad de Dios sanarte ahora mismo? Sí, claro que lo es.
¿CUALES SON LAS BASES DE NUESTRA SANIDAD?
¿Quién se cree capaz de decir que Dios desea sanarle físicamente? Quizás el médico ya ha dicho que tu enfermedad es incurable.
Yo me he visto involucrado en algunos casos como ese, en el que el médico ha hecho todo lo posible, pero la enfermedad no ha sido curada.
Yo aprecio la ciencia médica. Creo que los médicos y la medicina moderna son un regalo que Dios ha dado a la humanidad. Yo espero que Dios nos dé el descubrimiento de la curación para enfermedades terribles y devastadoras que están afligiendo a la humanidad. Cada descubrimiento en la ciencia médica es una bendición de Dios al ser humano.
Sin embargo, existen ocasiones cuando los médicos han agotado todos los recursos y todo lo que pueden decir es: no hay esperanzas, su condición será cada día peor, y el paciente de todas maneras morirá. ¿Quiere esto decir que la muerte es la única solución? Claro que no, porque tenemos un Gran Médico, más grande aún que la misma ciencia médica. Hay un poder más grande que toda la ciencia y la tecnología del hombre. Ningún médico jamás ha sanado a nadie. El médico puede curar una herida, saturar una cortada, formular antibióticos o aplicar una inyección; pero sólo el Dios Todopoderoso puede sanar.
Si El decide sanar, entonces será hecho. ¿Pero cómo? ¿Por qué? ¿Cuáles son las bases juntas de Dios para sanar? Me gustaría citar varios versículos del Libro del Profeta Isaías, los cuales nos ayudarán a entender más a fondo las bases de la oración de sanidad.
Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; más Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros. Angustiado él, y afligido, no abrió su boca, como cordero fue llevado al matadero: y como oveja delante de sus trasquiladoras, enmudeció, y no abrió su boca.
Por cárcel y por juicio fue quitado; y su generación. ¿Quién la contará? Porque fue cortado de la tierra de los vivientes, y por la rebelión de mi pueblo herido. (Isaías 53:6-8)
El Profeta se estaba refiriendo a la muerte de nuestro Señor Jesucristo, por nuestros pecados. Las iniquidades y transgresiones que cada uno de nosotros hemos cometido, fueron llevados sobre Sus hombros. El fue el sacrificio perfecto para cada uno de nosotros. Entonces, si tú conoces a Jesucristo como tu Salvador, si realmente has nacido de nuevo, si eres hijo de Dios, tú puedes basar tu esperanza de perdón y salvación en una obra consumada por nuestro Señor Jesucristo en la Cruz del calvario.
El Profeta también escribió: Ciertamente llevó él nuestras enfermedades y sufrió nuestras dolencias; y nosotros los tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido.
Más el herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. (Isaías 53:4-5)
Si haces un recuento en tu mente de lo que ocurrió en aquel día terrible que nosotros llamamos Viernes Santo, recordarás que Jesucristo fue traído a Poncio Pilato, luego entregado a los soldados romanos para ser azotado. Lees la palabra “azotado” y no hace mucho impacto en ti, hasta que caes en cuenta que ellos tomaron a Jesucristo, el Hijo de Dios, y lo ataron a un muro de piedra. Le quitaron Sus vestiduras y lo entregaron a un legionario romano, un hombre sin ningún principio moral, un hombre usado solamente para la brutalidad y la violencia, un hombre vulgar y en extremo brutal.


¿PARA QUE SIRVIO EL SER AZOTADO?
Le dijeron a este hombre un látigo de nueve gajos, un látigo que tenía nueve correas con una pequeña bola de metal en la punta de cada una.
La azotada fue lo que los judíos llamaron “la proximidad de la muerte” cuarenta azotes menos uno, treinta y nueve heridas. El Hijo de Dios quien ya estaba casi desmayado por ayunar y de ser interrogado, fue colgado de esa columna de concreto, el musculoso brazo del legionario, se levantó y cayó y las heridas atravesaron el costado de Jesucristo.
Una vez más el brazo fue levantado, el soldado crujió sus dientes y de nuevo el látigo silbó por el aire, y pegó en el costado del Señor. Una y otra vez el brazo cruel fue levantado y bajado, con toda su fuerza sobre el cuerpo de Jesucristo. Partes de su carne comenzaron a desprenderse y aparecieron también algunos verdugones sobre su cuerpo. Latigazos cayeron sobre El vez tras vez. La piel se iba cayendo y su carne se abrió tal vez hasta el hueso. El blanco de sus huesos se comenzó a ver y Su sangre salía a borbotones de Su costado. Ellos le llamaron rayas, porque se veían como si alguien las hubiera pintado en su espalda, pero no eran pintadas, era la sangre de nuestro Señor Jesucristo que las formaba.
La Biblia dice: Por su llaga fuimos nosotros curados. No dice que seremos curados, o que seamos curados, pero si que SOMOS curados.
Esta es una de las grandes afirmaciones de las Sagradas Escrituras, repetida también por el Apóstol Pedro en el Nuevo Testamento. Y por sus heridas fuisteis sanados. (I Pedro 2:24)
¿Para qué sirvió el ser azotado? ¿Qué papel desempeño? ¿Fue esto un hecho ocioso que el Padre misericordioso permitió que Su Hijo sufriera?
¿Fue que él sintió un placer diabólico en prolongar la agonía de Jesús? Cristo hubiera podido morir en la cruz sin necesidad de ser herido. Los clavos y la crucifixión eran suficientes para que El hubiera muerto, y somos salvos por Su muerte. Por Su muerte nuestros pecados y transgresiones son perdonados. ¿Por qué entonces las heridas?
Yo les sugiero que la razón de esa tortura terrible fue para traer sanidad física a nuestros cuerpos ahora, hoy mismo. ¿Es la voluntad de Dios sanar? Si no hubiera sido por la voluntad de Dios, ¿por qué entonces Jesucristo sufrió por nuestra sanidad? ¿Por qué ha sido pagado el precio?
Integridad resultó como parte de su sacrificio de expiación. No habrá ninguna enfermedad sin pecado; ni muerte sin pecado y enfermedad. Son inseparables. Pecado, enfermedad y muerte, todos van juntos. No es que un pecado específico traiga como consecuencia una enfermedad específica, sino porque existe la transgresión y el pecado en la humanidad también existe la enfermedad y la muerte.
Si el Señor Jesucristo vino para quitar nuestros pecados y la consecuencia del pecado, lo cual es la muerte, El vino también a quitar nuestras enfermedades. Si un hombre puede permanecer totalmente en la presencia de nuestro Dios misericordioso, no estará enfermo. No tendrá ninguna dolencia en su cuerpo, ni tampoco le vendrá la muerte, porque está totalmente en la presencia de Dios.
De acuerdo a lo que dicen las Sagradas Escrituras, yo estoy seguro de que puedo orar por ti, y a medida que nos unamos en oración, Dios extenderá Su mano y traerá sanidad, si tu realmente confías en El.
Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquier cosa que pidieran, les será hecho por mi Padre que está en los cielos. (Mateo 18:19)
Yo creo que en este momento tú y yo estamos de acuerdo aquí en la tierra. Y aunque la distancia nos separa, no hay separación del amor de Dios y Su Espíritu. Yo creo firmemente que si tu te arrodillas en este momento, y le pides a Dios que sane tu cuerpo, descubrirás que por las heridas de nuestro Señor Jesucristo has recibido sanidad.
Así arrodillado como estás, esperando la respuesta de acuerdo a la Palabra de Dios, Sus claras promesas, y el sacrificio de Cristo en la Cruz por ti, yo voy a orar. Si oras conmigo y recibes de El, yo creo que en este momento tú recibirás sanidad en tu cuerpo.
ORACIÓN
Bendito Padre Celestial, en este momento yo estoy orando por este querido amigo lector quien también está orando conmigo. Yo creo Padre que en las heridas de nuestro Señor Jesucristo fueron puestas las enfermedades físicas que han afligido a la humanidad por lo tanto tiempo. Yo creo que por medio de su sacrificio expiatorio Padre, Jesús tomó todo esto sobre sus hombros y que por medio de sus heridas, nosotros podemos ser sanados.
Por eso en este momento, yo clamo la Palabra de fe, que traerá sanidad en el nombre de Jesucristo. Yo estoy de acuerdo con mi querido amigo que ahora mismo está orando conmigo y juntos clamamos a Tus promesas y hablamos la Palabra de Fe.
Mi querido amigo, en el nombre del Señor Jesús, sea sano. Que Su gracia de sanidad venga a ti en este momento y que todo sea para la honra y gloria de nuestro Señor Jesucristo.
Amén.

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