miércoles, 28 de julio de 2010

Por Sus Frutos Los Conoceréis

Por Sus Frutos Los Conoceréis


    Ciertamente la Biblia declara en Mateo 7:20:




Así que, por sus frutos los conoceréis.


    ¿Acaso este versículo no nos dice que podemos conocer a los creyentes verdaderos por medio de observar cuidadosamente los frutos espirituales que ellos han producido? El principio es verdadero, pero ¿qué ser humano está calificado para conocer verdaderamente el fruto producido por la vida de otra persona? Un pastor, un anciano, o cualquier miembro de una congregación, puede parecer una persona piadosa por fuera, dedicada a servir al Señor. Pero desconocido a los demás, él puede tener un deseo intenso por riqueza, o puede tener deseos sexuales malos, o puede tener un orgullo grande que no es fácilmente discernible. A los ojos del público puede parecer muy piadoso, pero en su vida privada él puede mostrar que difícilmente podría ser un creyente verdadero. O quizá está viviendo tan piadosamente como le es posible debido a que dentro de su corazón, él está confiando en sus propias buenas obras como base para salvación.

A fin de cuentas, el fruto que debería ser visto en la vida del creyente verdadero es la obediencia a Dios.



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    Sin lugar a dudas, la declaración “por sus frutos los conoceréis” puede ayudar a cualquier individuo a analizar su relación personal con Dios. El conoce sus propios pensamientos, motivos y deseos. El puede saber si el fruto de su vida alcanza las normas de Dios establecidas en la Biblia. Es también cierto que Dios conoce todas las cosas acerca de esta persona, y conoce precisamente si el fruto de la vida de esta persona indica que es creyente verdadero. Pero en el mejor de los casos su prójimo solamente puede suponer que ese individuo es verdaderamente salvo. A fin de cuentas, el fruto que debería ser visto en la vida del creyente verdadero es la obediencia a Dios. Por lo tanto, la órden de nuestro día de dejar la congregación local es una prueba mediante la cual una persona puede saber si es, en realidad, un verdadero creyente.
    Por otra parte, más adelante en este estudio, nos serán recordadas las palabras de Dios en II Corintios 11 donde Dios habla de Satanás, que viene como ángel de luz, y sus ministros. En ese contexto, Dios habla de los ministros de Satanás como “ministros de justicia”. Esto nos ayuda a ver la extrema dificultad en conocer si alguien es verdaderamente salvo. De esta manera, somos llevados de regreso a la enseñanza de la parábola del trigo y la cizaña de que la separación debe ocurrir en el fin del mundo.
    Sin duda, debemos darnos cuenta que es imposible para cualquier pastor, anciano, o diácono en forma positiva averiguar si algún individuo en la congregación es verdaderamente salvo. No es de extrañar, entonces, que al hablar Dios de la congregación local en Sardis, El declara en Apocalipsis 3, versículos 1 y 4:

Escribe al ángel de la iglesia en Sardis: El que tiene los siete espíritus de Dios, y las siete estrellas, dice esto: Yo conozco tus obras, que tienes nombre de que vives, y estás muerto. Pero tienes unas pocas personas en Sardis que no han manchado sus vestiduras; y andarán conmigo en vestiduras blancas, porque son dignas.


    Obviamente, podemos ver en seguida que en la iglesia de Sardis unos pocos miembros eran trigo, pero la mayoría eran cizaña. Dios vió los corazones de los miembros de la iglesia en Sardis, y El puede declarar con exactitud que solamente unos cuantos eran creyentes verdaderos.


Los Miembros, que son el Trigo y la Cizaña, No Pueden Ser Separados


    Ya podemos comenzar a ver la realidad inicial de la parábola del trigo y la cizaña. Las iglesias se van a encontrar a través del mundo entero. La membresía de esas iglesias parecen ser salvas, es decir, parecen ser trigo. Pero en toda iglesia, tal como en la iglesia de Sardis, existen aquellos

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que se identifican con el lenguaje de Hebreos 6:4-6. Exteriormente, la membresía total es considerada como trigo. Pero en realidad, una parte de la congregación es cizaña como fue la situación en la iglesia de Sardis.
    No hay una buena manera de separar el trigo de la cizaña. A través de toda la era de la iglesia, el trigo y la cizaña han crecido juntos. Por fuera, la conclusión es que todos los miembros de cualquier iglesia razonablemente fiel a la Biblia, deben ser salvos. Todos ellos tienen la apariencia de ser trigo. Pero ninguno puede saber con toda seguridad si ellos son salvos. Nadie puede saber con plena seguridad de que ellos no son cizaña.

No hay una buena manera de separar el trigo de la cizaña.


    La parábola continúa. En el fin del mundo, el trigo es separado de la cizaña, y la cizaña es atada junta, en preparación para ser lanzada al fuego. ¿Cómo se lleva a cabo esto?
    Dios contesta esto en los versículos 39 al 41 de Mateo 13:


El enemigo que la sembró es el diablo; la siega es el fin del siglo; y los segadores son los ángeles. De manera que como se arranca la cizaña, y se quema en el fuego, así será en el fin de este siglo. Enviará el Hijo del Hombre a sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los que sirven de tropiezo, y a los que hacen iniquidad,


    Otra vez, deben hacerse preguntas. ¿Cuál tiempo de la historia se identifica con la frase “el fin del mundo”? ¿Quiénes son los ángeles? En realidad, ¿cómo se recogerá la cizaña? ¿Cómo se realizará esta separación? ¿Acaso Cristo no hace su aparición en forma repentina en el último día? ¿Acaso en ese día final no todos los cuerpos de los creyentes serán resucitados como cuerpos espirituales gloriosos e inmediatamente serán arrebatados para estar con Cristo en el aire? (Vea I Tesalonicenses 4:17).
    Smultáneamente, ¿Acaso no todos los creyentes que estén viviendo en ese momento serán transformados instantáneamente en cuerpos espirituales gloriosos y también, instantáneamente, serán arrebatados para estar con Cristo en el aire? (Vea I Tesalonicenses 4:17 y I Corintios 15:51-52). ¿Acaso en ese último día, los no salvos que murieron previamente no serán resucitados para comparecer en el juicio? (Juan 5:28-29). ¿Qué no en ese último día los no salvos que estén viviendo en ese tiempo también comparecerán delante del Juicio? (Vea Juan 12:48).
         Todas las preguntas antes mencionadas son todas ciertas. Por tanto, ¿Cómo puede el lenguaje de Mateo 13:40-43 concerniente a la separación del trigo y la cizaña en el fin del mundo ir de acuerdo con estas verdades?


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    Para entender esto tenemos que examinar varias palabras claves adicionales en esta parábola. La primera palabra es “mies”. Dios usa esta palabra en conexión con Su plan de traer el Evangelio al mundo a fin de que el fruto de la mies - aquellos que llegan a ser salvos - pueda ser introducido al reino de Dios. Leemos en Mateo 9:36-38:

Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies.
... la mies tiene que ver con gente siendo salva.


    Fácilmente podemos darnos cuenta en base a estos versículos que la mies tiene que ver con gente siendo salva.
    ¿Pero quiénes son los obreros que Dios usa para traer esta mies (cosecha) de gente salva? En Mateo 13:39, Dios habla de segadores en el fin del siglo como ángeles que llevan el Evangelio al mundo a fin de que la gente pueda ser salva. ¿Enseña la Biblia que Dios usa ángeles? Obviamente, debemos examinar la palabra “ángeles”.


Angeles o Mensajeros


    En el Antiguo Testamento, la palabra Hebrea malak, la cual es frecuentemente traducida “ángeles”, a veces también se traduce “mensajero”. Esto también es cierto en el Nuevo Testamento. La palabra griega del Nuevo Testamento aggelos se traduce frecuentemente "ángel”. Pero a veces estas palabras también son traducidas correctamente como “mensajero”. A medida que examinamos versículos que contienen la palabra malak o aggelos, encontramos que el mensajero que se tiene en mente puede ser Dios mismo, o pueden ser humanos que tienen un mensaje que entregar. El contexto dentro del cual se halla el versículo debe determinar la traducción apropiada.
    Por ejemplo, leemos en Malaquías 3:1:


He aquí, yo envío mi mensajero (malak), el cual preparará el camino delante de mí; y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis, y el ángel (malak) del pacto, a quien deseáis vosotros. He aquí viene, ha dicho Jehová de los ejércitos.

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    La palabra “mensajero” se usa dos veces en este versículo. El primer “mensajero” debe ser Juan el Bautista quien fue enviado por Dios a anunciar a Jesús como “el Cordero de Dios”. El segundo “mensajero” es claramente Cristo quien es el Señor, el mensajero del pacto.
    En realidad, en el Antiguo Testamento la palabra malak se traduce más de 100 veces como “ángel” y casi 100 veces como “mensajero”. Normalmente , cuando se traduce “mensajero”, está hablando de hombres que traen cierta clase de mensaje a otros. Sin embargo, como hemos visto en Malaquías, el mensajero puede ser Dios mismo.
    En el Nuevo Testamento, la palabra aggelos se traduce como “ángel” cerca de 180 veces y como “mensajero” siete veces. Por ejemplo, en Mateo 11:10-11, la Biblia habla de Juan el Bautista como un mensajero de Dios. Allí leemos:

Porque éste es de quien está escrito: He aquí, yo envío mi mensajero (aggelos) delante de tu faz, El cual preparará tu camino delante de ti. De cierto os digo: Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista; pero el más pequeño en el reino de los cielos, mayor es que él.


    Podemos ver claramente, por lo tanto, que el Hebreo malak en el Antiguo Testamento y el Griego aggelos en el Nuevo Testamento deben ser cuidadosamente examinados en el contexto en el cual se encuentran para determinar si están hablando de Dios mismo, o de humanos.
    Eso nos lleva de regreso a Mateo 13:39, donde Dios habla de una mies o cosecha donde los segadores son ángeles. ¿Podemos estar seguros de que la palabra aggelos en este versículo, la cual fue traducida como “ángel” por los traductores de la Biblia, está hablando de ángeles y no de los salvos, quienes como mensajeros de Dios, llevan el mensaje del Evangelio al mundo?
    En respuesta a esta pregunta, examinaremos la declaración de Dios en Juan 4:35-38:

¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega? He aquí os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega. Y el que siega recibe salario, y recoge fruto para vida eterna, para que el que siembra goce juntamente con el que siega. Porque en esto es verdadero el dicho: Uno es el que siembra, y otro es el que siega. Yo os he enviado a segar lo que vosotros no labrasteis; otros labraron, y vosotros habéis entrado en sus labores.

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Los segadores recogiendo la cosecha son aquellos que han llegado a ser salvos


    Estos versículos muestran claramente que los segadores recogiendo la cosecha son aquellos que han llegado a ser salvos. Obviamente son aquellos que, como mensajeros de Dios, se les ha ordenado llevar el Evangelio al mundo. Ellos proclaman fielmente la Palabra de Dios de manera tal que Dios pueda aplicar la Palabra a los corazones de los elegidos para salvación. De esta manera, aquellos que han llegado a ser salvos son la cosecha de creyentes que entran en el reino de Dios.
    Por tanto, volviendo a Mateo 13:37-43, la palabra Griega aggelos, que se encuentra en los versículos 39 y 41, sería más exactamente traducida “mensajero”. Los ángeles no recogen la cosecha. Es recogida por los creyentes que llevan el Evangelio al mundo a fin de que la cosecha -aquellos que han llegado a ser salvos - pueda ser segada e introducida al reino de Dios. De esta manera, en la primera parte de la parábola del trigo y la cizaña, los creyentes son llamados la semilla que produce trigo. Pero al continuar la parábola, los creyentes verdaderos son llamados mensajeros que están para recoger la cosecha del trigo.


El Fin del Mundo


    Pero qué acerca de la frase "el fin del siglo", que se encuentra en Mateo 13, versículos 39 y 40:


El enemigo que la sembró es el diablo; la siega es el fin del siglo; y los segadores son los ángeles. De manera que como se arranca la cizaña, y se quema en el fuego, así será en el fin de este siglo.


    ¿Cómo debemos entender esta frase? Para responder a esta pregunta tenemos que examinar cómo usa Dios esta frase “el fin del siglo” en cualquier otro lugar de la Biblia.
    En Hebreos 9:26, leemos:

De otra manera le hubiera sido necesario padecer muchas veces desde el principio del mundo; pero ahora, en la consumación de los siglos, se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado.

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    Por una parte, en este contexto la frase “consumación de los siglos” señala hacia el año 33 D.C. cuando Cristo fue a la cruz a pagar los pecados de los elegidos. Así, la frase “consumación de los siglos” puede incluir la totalidad de la era del Nuevo Testamento. Este período final que dura aproximadamente 2,000 años es el fin del mundo el cual habrá durado unos 13,000 años. La frase se usa de manera semejante a cuando Dios usa la frase “los postreros días” en Hechos 2:17. Puede mostrarse que en el contexto de Hechos 2, el término “los postreros días” incluye la era completa del Nuevo Testamento.
    Sin embargo, volviendo a Hebreos 9:26, en este contexto, la frase “la consumación de los siglos” puede enfocarse sobre el juicio que Jesús experimentó a favor de quienes El vino a salvar. Ese juicio está relacionado al juicio del último día cuando todos los no salvos serán juzgados. Así, Hebreos 9:26 no es decisivo en informarnos cómo entender la frase “el fin del mundo”.
    No obstante, en Mateo 24:3 encontramos la misma frase. En este contexto, la expresión es de más ayuda en mostrarnos cómo entender la frase “el fin del mundo”. Leemos:
Y estando él sentado en el monte de los Olivos, los discípulos se le acercaron aparte, diciendo: Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo?


    Este versículo sirve como introducción a la información expuesta en Mateo 24 que enseña el tiempo y el carácter de la Gran Tribulación. Este capítulo también enseña que la Gran Tribulación es seguida inmediatamente por el regreso de Cristo en el fin del mundo. De esta manera, podemos tener la seguridad que el término “fin del mundo” puede identificarse claramente con el tiempo de la Gran Tribulación.

Significativamente, es durante el tiempo de la última parte de la Gran Tribulación cuando la cosecha final de creyentes será recogida.


    Significativamente, es durante el tiempo de la última parte de la Gran Tribulación cuando la cosecha final de creyentes será recogida. Como aprendimos en el libro “El Final de la Era de la Iglesia y Después”, en el tiempo de la “lluvia tardía”, una “gran multitud la cual nadie podía contar” llegarán a ser creyentes (Apocalipsis 7:9-14). A medida que individuos creyentes llevan el verdadero Evangelio a todo el mundo, esta cosecha final de almas es introducida al reino de Dios.
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    Es también el tiempo cuando aquellos que son salvos se les manda salir de la iglesia local. Esto es así porque en la institución de la iglesia, la cual consiste de todas las congregaciones locales, el Espíritu Santo ya no está aplicando la Palabra de Dios a los corazones de ninguno.
    De esta manera, podemos tener la seguridad de que la frase “el fin del mundo” claramente puede identificarse con los eventos que ocurren durante la Gran Tribulación, un período que termina con el regreso de Cristo en el último día de la existencia de esta tierra.
    Hemos aprendido que la parábola del trigo y la cizaña se enfoca en el tiempo de la Gran Tribulación. Tenemos ahora que comenzar a entender la declaración de Dios de cómo vino a existir la cizaña dentro de la congregación local.
    En el siguiente capítulo, nos daremos cuenta de la identidad del enemigo que sembró la cizaña.

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