domingo, 25 de julio de 2010

ORGANIZACION DE LOS DEMONIOS

    Las Escrituras indican que los demonios operan bajo un sistema de autoridad sumamente organizado, aún cuando ese sistema es totalmente corrupto y perverso. Los demonios no “hacen lo que quieran”. No actúan por sí mismos. Ellos son parte de una maquinaria diabólica, altamente eficiente y bien engrasada. Esta organización existe para atormentar, interrumpir y aún detener la obra de Dios.
Satanás, el Rey de los Demonios
    Jesucristo es la cabeza de Su reino, la iglesia (Efe. 1:20-23). Satanás está al timón de su imperio. Los espíritus inmundos están sujetos a él. Jesús enseñó esta verdad cuando reconoció a una mujer que tenía un “espíritu de enfermedad”, efectivamente, había estado atada por Satanás por mucho tiempo. “Y había allí una mujer que desde hacía dieciocho años tenía espíritu de enfermedad, y andaba encorvada, y en ninguna manera se podía enderezar” (Luc. 13:11). El Señor tuvo compasión de ella y la liberó de este espíritu de enfermedad inducida. Luego dijo a los espectadores, “Y a esta hija de Abraham, que Satanás había atado dieciocho años, ¿no se le debía desatar de esta ligadura en el día de reposo?” (Luc. 13:15). Satanás usa sus demonios para afligir a las personas físicamente. El espíritu que había incapacitado a esta mujer era un agente del diablo actuando de acuerdo con su amo de las tinieblas. No obstante – como es el caso en toda narración en los evangelios – los espíritus deben someterse a la autoridad de Jesús aún más grande.
    En al menos dos ocasiones Jesús fue acusado de expulsar demonios por Beelzebú, el príncipe de los demonios. El pensamiento judío de los días de Jesús era que Beelzebú, o Satanás, era el soberano de los demonios. “Mas los fariseos, al oírlo, decían: Este no echa fuera los demonios sino por Beelzebú, príncipe de los demonios” (Mat. 12:24). Nuestro Señor procedió luego a mostrar a sus críticos cuán ridículo y contraproducente sería para El expulsar demonios por Satanás: “Y si Satanás echa fuera a Satanás, contra sí mismo está dividido; ¿cómo, pues, permanecerá su reino?” (Mat. 12:26). ¿Sería Satanás tan estúpido como para dividir su reino? Los demonios son los siervos voluntarios del diablo.
    El diablo es el “... príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia” (Efe. 2:2). La traducción inglesa de Weymouth dice, “el príncipe de los poderes del aire, los espíritus que ahora están obrando en los corazones de los hijos de desobediencia”. En otras palabras, los demonios actualmente están trabajando hoy día en las vidas de las personas desobedientes. Están bajo el gobierno de Satanás y gobiernan las vidas de los pecadores.
Sabemos que nuestra batalla contra Satanás no es contra carne y sangre. Pablo dice que es contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes (Efe. 6:12). Satanás es el líder reconocido de los ángeles caídos y de los espíritus inmundos. Ambos están bajo su orden. Ambos luchan contra las fuerzas de los justos.
Los Espíritus Encarcelados Bajo el Dominio de Satanás
    No sólo los ángeles y los demonios están “sueltos” bajo el dominio de Satanás, aún los espíritus que permanecen en prisión en el mundo hadeano están sujetos al diablo. El Abismo, “Es una referencia a las regiones inferiores como morada de demonios, de donde pueden ser soltados” [Vine, W.E., Vine Diccionario Expositivo de Palabras del Antiguo y del Nuevo Testamento Exhaustivo, (Nashville: Editorial Caribe) 2000, c1999]. Es mencionado un número de veces en Apocalipsis (Ap. 9:1-2,11; 11:7; 17:8; 20:1,3). Aquellos confinados en el Abismo tienen un rey sobre ellos, “al ángel del abismo” (Ap. 9:11). En Hebreo su nombre es “Abadon” y en Griego “Apolión”. Ambos nombres significan “Destructor”. Burton W. Barber comenta, “Satanás es la personificación de la destrucción. Nunca construye, nunca levanta, sino que derriba y destruye. Destruye la fe de los hombres en Dios y el amor por El. Destruye el carácter, los hogares y las naciones. No desea que ningún bien venga de Dios o a los hombres y solamente tolera lo suficiente para perfeccionar y ejecutar un plan que destruya todo lo que Dios y los hombres construyan si él puede” (La Ruina y la Redención del Hombre, Pág. 33).
    Satanás mismo es atado, arrojado, y sellado en el Abismo por mil años (Ap. 20:1-3). ¡Satanás es el rey de su reino pero no del de Cristo!
Grados de Fortaleza y Maldad Demoníaca
    Los santos ángeles de Dios, aunque a la postre sujetos a Dios y a Cristo, están también bajo la autoridad de un arcángel. De nombre Miguel (Judas 9). El prefijo, “ar” significa “príncipe”. Miguel es el príncipe de los santos ángeles. “Ar” es encontrado en “principados” (Rom. 8:38; Efe. 1:21; Col. 1:16). Hay buenos príncipes y malos príncipes. Satanás es el “príncipe de la potestad del aire” (Efe. 2:2). No parece que haya algún “ardemonio” en las Escrituras que no sea Satanás.
    No obstante, Jesús enseñó que hay grados de maldad entre los demonios. Todos son inmundos, malvados, malos y corruptos. No hay buenos demonios, contrario el pensamiento griego popular. Pero algunos son más malos que otros. Escuche a Jesús sobre el asunto: “24Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda por lugares secos, buscando reposo; y no hallándolo, dice: Volveré a mi casa de donde salí. 25Y cuando llega, la halla barrida y adornada. 26Entonces va, y toma otros siete espíritus peores que él; y entrados, moran allí; y el postrer estado de aquel hombre viene a ser peor que el primero” (Luc.11:24-26). Todos los demonios son malos pero algunos son más malos que otros.
    Los grados de maldad demoníaca pueden ser vistos en aquellos demonios que atacaban violentamente a las personas a quienes poseían. Especialmente es visto en los demonios que buscaban matar a aquellos en quienes habitaban. Algunos espíritus estaban contentos con “meramente” afligir a las personas con ceguera (Mat. 12:22), sordera (Mr. 9:25), mudez (Mat. 9:32; Luc. 11:14) o encorvándolas (Luc. 13:11). Pero otros demonios, más malos, irían más allá deteriorando el habla, la visión y el oído. Considere lo siguiente:
    ° “Y el espíritu inmundo, sacudiéndole con violencia ...” (Mr. 1:26). La violencia es una seña de demonismo.
    ° “y sucede que un espíritu le toma, y de repente da voces, y le sacude con violencia, y le hace echar espuma, y estropeándole, a duras penas se aparta de él ... el demonio le derribó y le sacudió con violencia; ...” (Luc. 9:39,42). Lo que hace todo esto peor era que la víctima era un muchacho. Los demonios no tienen misericordia. Marcos añade que el demonio a menudo arrojaba al muchacho al agua o al fuego para matarlo (Mr. 9:22).
    ° “Y siempre, de día y de noche, andaba dando voces en los montes y en los sepulcros, e hiriéndose con piedras” (Mr. 5:5). Los demonios buscan la muerte de las personas, aún por sus propias manos.
    En adición a la enseñanza de que hay grados de maldad entre los demonios, nuestro Señor también indicó que ciertas clases de demonios requieren de mas esfuerzo para expulsarlos de sus víctimas. En el caso del muchacho epiléptico, los discípulos de Jesús habían fallado en su esfuerzo por ayudar al muchacho. Después que Jesús reprendió al demonio y lo expulsó, los discípulos le preguntaron a Jesús por qué ellos no habían sido capaces de hacerlo. Su respuesta: “Pero este género no sale sino con oración y ayuno” (Mat. 17:21). Algunos demonios eran tan malos que se requería de más esfuerzo espiritual para vencerlos. El hecho de que Jesús era un hombre de oración y ayunos explica su éxito donde los discípulos habían fallado.
    En el reino de los demonios hay espíritus que son más malos y perversos, más dañinos y violentos, más exitosos en resistir los esfuerzos de los hombres que no se han dado a la oración y al ayuno. Aunque no tienen un “ardemonio” (tal como Miguel con los ángeles), están sujetos a Satanás, el rey del Abismo. El es su reconocido gobernante y reina supremo en su reino maligno.
Finalmente Bajo Cristo
    De todas maneras, los demonios están sujetos al más grande poder y autoridad, ¡al Señor Jesucristo! Nunca ha habido un demonio que fuera capaz, o que sea capaz, de resistir exitosamente la orden repicante de Cristo de salir de la persona desafortunada a quien poseía. Ellos emitían alaridos terribles, sacudían a sus víctimas violentamente, dejándolos como muertas pero finalmente sucumbían a la suprema autoridad, la de Cristo (Mr. 9:26). ¡Cómo deben haber odiado hacerlo así! ¡Sus propios agentes de malicia, rindiéndose en derrota a su archienemigo, Jesucristo!
    Todo el reino de los demonios algún día se inclinará ante Jesús y confesará que El es el Señor. Para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos (seres angélicos), y en la tierra (seres humanos), y debajo de la tierra (seres demoniacos); y toda lengua – incluyendo la lengua de los ángeles y los demonios – confesará que Cristo es el Señor, para la gloria de Dios Padre (Fil. 2:10-11).
    Si, los demonios están bajo el dominio de su jurado líder, Satanás. Pero sea que les guste o no – ambos, en los días de Jesús, hoy y en el juicio – los demonios están sujetos al poder y autoridad del Hijo de Dios.

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